Cada paciente tiene derecho a una vida plena. Darle la vuelta es ayudarles, siempre que sea posible, a acercarse a este objetivo, a no rendirse.

Cada vida con epilepsia no controlada es una vida no controlada. Busquemos, o intentemos, revertir esto. Darle la vuelta es no tirar la toalla.

Mejorar la calidad de vida de cada paciente no es una opción, es una necesidad, es una obligación y es un compromiso. Darle la vuelta es nuestro movimiento para dar a los pacientes una oportunidad de vivir sin limitaciones.

La epilepsia no debe ser un estigma ni un obstáculo. Darle la vuelta es luchar contra los prejuicios, contra las creencias preestablecidas, y eso es tan importante como intentar controlar las crisis.

Cada persona es única. La epilepsia no es solo la enfermedad del paciente, darle la vuelta significa preocuparnos por ellos en todo momento, para darles soluciones y para darles esperanza.

Cada día que pasa es un día que no se recupera. Darle la vuelta significa acortar ese tiempo, llegar antes con la solución, porque en epilepsia el tiempo es vida.

Cada ajuste terapéutico, cada avance simboliza una nueva oportunidad para que los pacientes vivan más cerca de una vida lejos de las crisis. Darle la vuelta significa dar esperanza.

Cada día con crisis es limitación, es incertidumbre, es tristeza y es miedo. Darle la vuelta es poner solución a tiempo y darle al paciente la calidad de vida que merece.

Nuestro compromiso es claro, cada paciente merece vivir sin miedo a la próxima crisis. Que estén libres de crisis, eso es darle la vuelta, y eso debería considerarse el verdadero éxito.

Tenemos ante nosotros la posibilidad de poder de cambiar la historia de la epilepsia, que ningún paciente se quede atrás. Darle la vuelta es una llamada a la acción para cualquier neurólogo que trate vidas con epilepsia no controlada.