Del miedo a la ira: los sentimientos dominantes durante la pandemia de COVID-19

La pandemia de coronavirus produjo una emergencia sanitaria mundial de una magnitud sin precedentes -al menos en el último siglo- que obligó a personas de casi todo el mundo a pasar largos meses encerradas en casa o trabajando expuestas a un posible contagio. Y esto repercutió inevitablemente en el estado mental de todos, despertando fuertes emociones y sentimientos, en especial dos: el miedo (al principio de la propagación del virus) y la ira (en las semanas siguientes). Para documentar este cambio, un grupo de investigadores de la Politécnica de Nanyang, en Singapur, realizó un estudio en el que analizaron -como hacen cada vez con más frecuencia los expertos en comunicación- lo que los usuarios de Twitter publican en esta plataforma en todo el mundo.

Las redes sociales son, de hecho, un laboratorio preferencial para evaluar el estado mental de las personas sobre problemas globales, de los cuales COVID-19 definitivamente forma parte.

Los autores recopilaron unos 20 millones de tuits escritos en inglés durante la emergencia, analizando las palabras y expresiones más comunes de los mismos, y concluyeron que los mensajes de las primeras semanas -cuando la característica dominante de la situación era la incertidumbre- estaban marcados por el miedo. Con el tiempo, sin embargo, el sentimiento más común se convirtió rápidamente en ira, a menudo teñida de xenofobia, hacia los pueblos que supuestamente habían propagado la infección.

Sin embargo, no faltaron otros sentimientos, los cuales surgieron de la situación de aislamiento y exclusión social. Durante el periodo evaluado, por ejemplo, los tuits marcados por la tristeza se duplicaron, aunque siguieron siendo bastante limitados en comparación con otros que expresaban sentimientos positivos, tales como un sentimiento de orgullo por la resiliencia mostrada durante la difícil situación, gratitud hacia los profesionales sanitarios, esperanza e incluso felicidad.

Según los autores, esta demostración de "volubilidad" por parte del público podría ser de gran ayuda para que las autoridades políticas o sanitarias pongan en marcha estrategias de comunicación adecuadas, con el objetivo de limitar la propagación de la desconfianza en la capacidad de gestión del problema.