Ciencia

Trastorno de ansiedad generalizada: ¿de qué estamos hablando exactamente?

En el lenguaje común, el término “ansiedad” a menudo se usa incorrectamente. Eso sí, se trata de una reacción que interfiere gravemente en el rendimiento psico-intelectual, impidiendo a las personas llevar una vida normal

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Publicado:30/05/2022

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En el lenguaje común, el término “ansiedad” se suele utilizar de forma indebida, refiriéndose a estados genéricos de aprensión, nerviosismo y estrés, muy comunes en la vida cotidiana, que nada tienen que ver con el propio trastorno psiquiátrico.

La ansiedad patológica no es un simple malestar transitorio, sino una reacción anormal que interfiere gravemente en el rendimiento psico-intelectual, impidiendo al sujeto concentrarse en problemas y situaciones concretas y procesarlas, limitando así su posibilidad de realizar sus actividades habituales.

El Trastorno de Ansiedad Generalizada no se produce necesariamente en respuesta a estímulos externos, aunque los acontecimientos estresantes o un entorno generalmente desfavorable pueden desencadenar o agravar su manifestación. Al igual que la depresión, el origen del trastorno de ansiedad está relacionado con la alteración del funcionamiento de algunos circuitos cerebrales, que aún no se conoce del todo, pero que implica, al menos en parte, a los sistemas de serotonina y noradrenalina.

El trastorno de ansiedad puede ocurrir en cualquier etapa de la vida, a menudo en períodos de transición particularmente críticos, o cuando uno se enfrenta a decisiones difíciles. La padecen sobre todo las mujeres (les afecta el doble que a los hombres), así como los niños y los ancianos (especialmente si padecen enfermedades crónicas).

Factores que aumentan la probabilidad de desarrollar un trastorno de ansiedad

  • Ser mujer.
  • Haber sufrido experiencias traumáticas o haber sido testigo de acontecimientos trágicos durante la infancia.
  • Padecer enfermedades crónicas (sobre todo cardíacas, respiratorias, digestivas y metabólicas) o haber padecido una enfermedad grave (por ejemplo, cáncer).*
  • Haber estado expuesto a una fuente de estrés intensa y aguda, o a una situación estresante más leve pero repetida/extendida en el tiempo.
  • Tener un perfil psicológico caracterizado por una escasa capacidad de adaptación a los estímulos externos y una tendencia espontánea al nerviosismo y la preocupación.
  • Predisposición genética.
  • Ingesta de sustancias (alcohol, drogas, medicamentos, cafeína, nicotina, extractos de plantas, etc.) que tienden a empeorar la respuesta al estrés y aumentan la tendencia a la ansiedad.**

* En este caso, hablamos de un “trastorno de ansiedad por enfermedad”.

** En este caso, hablamos de un “trastorno de ansiedad inducido por sustancias o medicamentos”.

Síntomas y Diagnóstico

Al contrario de lo que ocurre en el caso de la depresión, llegar a un diagnóstico de trastorno de ansiedad generalizada es bastante sencillo, ya que los síntomas son bien reconocibles y el malestar experimentado lleva a los pacientes a buscar atención médica con relativa rapidez. Además de los síntomas psicológicos, como la agitación y la irritabilidad, el síndrome de ansiedad suele ir asociado a insomnio, cambios en el apetito y toda una serie de manifestaciones físicas características (taquicardia, dificultades respiratorias, aumento de la sed, necesidad de moverse constantemente, gestos repetitivos, etc.), que pueden reducir considerablemente la calidad de vida.

Ante la presencia de manifestaciones de este tipo, se puede acudir al médico de cabecera para una valoración general inicial, pero para obtener una correcta clasificación del trastorno de ansiedad, definir con precisión su gravedad e identificar la estrategia terapéutica más adecuada, es recomendable contactar con un especialista.

Signos y síntomas psicofísicos de la ansiedad.

  • Dolores y contracturas musculares, tendencia a apretar los dientes tanto de día (rechinado) como de noche (bruxismo), voz temblorosa.
  • Zumbidos en los oídos, visión borrosa, sofocos, dolores localizados sin causas orgánicas evidentes.
  • Taquicardia, palpitaciones, dolor en el centro del pecho, caídas de tensión, pulso irregular.
  • Sensación de constricción y opresión en el pecho, dificultad para respirar, sensación de ahogo.
  • Aumento de la frecuencia urinaria, alteraciones en el ciclo menstrual y el deseo sexual.
  • Dificultad para tragar, dificultades digestivas, falta de apetito, náuseas, vómitos, diarrea.
  • Dolor de cabeza, mareos, aumento de la sudoración, enrojecimiento o palidez, disminución de la salivación.
  • Preocupación constante o recurrente, injustificada o por motivos irrelevantes, pesimismo.
  • Irritabilidad, incapacidad para relajarse, hipersensibilidad a los estímulos y sobresaltos, propensión al llanto, fobias específicas.
  • Insomnio con dificultad para conciliar el sueño, o sueño interrumpido por pesadillas, problemas de concentración, deterioro de la capacidad de memoria.

Para poder realizar un diagnóstico de Trastorno de Ansiedad Generalizada, los adultos deben presentar al menos tres síntomas psicofísicos de entre los enumerados, además de ansiedad y preocupación persistentes y no proporcionales a la gravedad real de los hechos o en ausencia de factores desencadenantes. Los hechos deben haber estado presentes durante al menos seis meses, de manera continuada. En los niños, basta con un solo síntoma psicofísico adicional, y la duración de las manifestaciones necesarias para el diagnóstico puede ser menor.

Tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada

Hay muchas formas de tratar el trastorno de ansiedad generalizada: técnicas de relajación, farmacoterapia y psicoterapia. Corresponde al médico elegir el más adecuado, caso por caso, pudiendo combinarlos, según la gravedad y duración del trastorno, las características y edad de los pacientes, su voluntad de comprometerse con el tratamiento y sus expectativas con respecto a los resultados clínicos.

Técnicas de relajación

Las formas leves de ansiedad y estrés pueden aliviarse gracias a técnicas de relajación más o menos específicas, que pueden ir desde los masajes hasta el yoga, desde un baño caliente hasta la visualización mental guiada, desde las técnicas de respiración profunda hasta la acupuntura. Pero también escuchar la música favorita de uno, nadar o dar un paseo por la naturaleza puede mejorar significativamente el nivel de tensión.

Cuando estas contramedidas resultan insuficientes, y el estado de alerta se asocia también a alteraciones del sueño, se puede encontrar una leve ayuda adicional en algunos principios activos de origen natural, capaces de influir positivamente en la funcionalidad de los circuitos nerviosos que controlan las reacciones de estrés. Las infusiones de tila o manzanilla, las tisanas de malva, amapola de California o valeriana, los extractos de espino blanco o pasionaria y las mezclas de todas las plantas mencionadas son los remedios "verdes" más contrastados e inocuos para aliviar la tensión y favorecer el sueño. Sin embargo, si se opta por utilizarlos, es mejor optar por los preparados autorizados que se venden en las farmacias, e informar al médico antes de empezar a tomarlos, especialmente si ya se están utilizando fármacos para la ansiedad o para el tratamiento de otras enfermedades, durante el embarazo y la lactancia, o si un niño los necesita.

Enfoque psicoterapéutico

Los fármacos son muy útiles para atenuar las manifestaciones agudas del trastorno de ansiedad y favorecer su curación, pero para solucionar el problema a largo plazo también es necesario llevar a cabo un proceso de elaboración y adaptación al estímulo inductor de la ansiedad, contando con apoyo psicológico. En este contexto, la técnica que ha demostrado ser capaz de producir mayores beneficios es la terapia conductual, dirigida al “contracondicionamiento del estímulo ansiógeno”, es decir, a eliminar el vínculo entre las situaciones críticas y la reacción ansiosa del paciente.

Esta estrategia requiere que, en vez de evitarlos, la persona que padece ansiedad se exponga gradualmente a los acontecimientos considerados estresantes, los analice con la ayuda del especialista y los transforme en algo positivo, para devolver la experiencia vivida a un contexto normal y afrontarla mejor en las siguientes ocasiones. La terapia conductual también es muy útil en caso de ansiedad "anticipatoria": se trata de una forma de ansiedad que se produce antes de la exposición a un estímulo que se sabe que es perturbador, y que suele estar inducida por haber vivido con anterioridad experiencias muy traumáticas en situaciones similares.

Intervenciones de apoyo

  • Seguir ritmos de vida regulares.
  • Dormir lo suficiente cada noche.
  • Comer de manera saludable.
  • Hacer ejercicio todos los días.
  • Evitar el estrés laboral excesivo y tomar pequeños descansos para relajarse durante el día.
  • Seguir todas las terapias prescritas por el médico con regularidad, en las dosis indicadas.
  • Evitar el consumo de alcohol y las bebidas con cafeína.
  • No fumar o intentar reducir el número habitual de cigarrillos.
  • Asistir a grupos de autoayuda y compartir tu experiencia con otras personas con un problema similar.

DSM-5. The Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (2013)

mayoclinic.com/health/generalized-anxiety-disorder/DS00502

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